jueves, 29 de septiembre de 2011

Encrucijada en Euskal Herria

 La reciente proposición del Lehendakari López para acercar a los presos de ETA, ha supuesto la constatación de que amplios sectores de la sociedad vasca han iniciado un proceso, esperanzador e irreversible hacia el final de la anormalidad política de Euskal Herria. De un lado, el cese unilateral de la violencia que no sólo afecta a los atentados sino también a la extorsión económica o a la persecución de cargos públicos por parte de la banda terrorista, junto con el proceso de emancimación política de la Izquierda Abertzale, demasiado tutelada por el entorno de la banda en tiempos pasados y de otro, los pequeños pero incipientes signos, fundamentalmente del PSE y PNV de iniciar una nueva época con unas nuevas relaciones. En frente, la caverna de la derecha mesetaria, la que habla de persecución contra España cuando las cortes soberanas de Cataluña prohiben la tortura y sacrificio público de animales como parte de un espectáculo. Una derecha que es incapaz de reaccionar ante esta nueva situación por que carece de elementos objetivos con los que tratar de impedir que el soberanismo vasco pueda acceder democráticamente a las instituciones en ausencia de violencia, incapaz de asumir que la propia constitución permite la vía de la integración de los territorios históricos de Euskal Herria, siempre con la base de la voluntad popular, que sigue estigmatizando al independentismo, utilizando sectariamente la ley que ya de por sí es sectaria, por medio de sus "nombrados" en los tribunales superiores de justicia. El PP, desubicado ante esta nueva situación, sabe a ciencia cierta, que tras el 20-N, la denominaza izquierda abertzale entrará en el Parlamento, sólo una maniobra obscena del PSOE apoyando al PP podría permitir su exclusión futura por medio de un cambio en la ley electoral cuando la sociedad en la calle precisamente, lo que reclama es una representatividad directa y proporcional en el congreso de los diputados y un Senado en donde exista una auténtica representatividad territorial. Meter a una parte tan importante de la ciudadanía vasca en un nuevo callejón sin salida (democrática) supondrá una enorme e histórica irresponsabilidad por la que tendrán que pagar tarde o temprano los partidos mayoritarios.