Me comentaba un amigo desde Inglaterra hace unos meses que era vox populi en la isla que España caminaba irremediablemente hacia un "corralito", al estilo del vivido hace unos años en Argentina. Pasado el tiempo uno descubre que la capacidad de mutación del sistema es directamente proporcional a su carácter cíclico: ninguna crisis es igual a otra, pero siempre está ahí, recordándonos periódicamente las limitaciones del modelo. En este caso, casi nadie en nuestro país parece haber entendido el tema. Efectivamente estamos ante un nuevo "corralito". Como en el caso de Argentina, los más afectados: la clase media, los pequeños ahorradores y jubilados que después de años de trabajo habían depositado con el mayor cariño los frutos de años de esfuerzos en manos de las entidades bancarias.
El caso de Bankia es, en el caso de nuestra comarca, un ejemplo sangrante que ha llevado el tema al terreno de la inmundicia social, económica y política. No olvidemos que entidades como la CAM, Santander o BBVA también se sumaron a la moda de las Preferentes o incluso las encabezaron, pero su presencia en la comarca ha sido minoritaria y sus efectos colaterales residuales.
Bankia lanzó unos productos financieros bajo el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de extrema complejidad cuyo fin último era la capitalización de la entidad: traspasar depósitos de los clientes al activo contable en forma de capital y mejorar su ratio. Las claves para entender la situación actual parecen irse despejando poco a poco. Parece claro que muchos directores de sucursales desconocían los términos de las emisiones, esto nos lleva a dos posibilidades: o carecían de información o carecían de formación. Cualquiera de las dos situaciones implica sí o sí algo aterrador para la imagen de la entidad. De otro lado la posibilidad de que existieran directores que poseían formación e información suficiente no es menor consuelo pues nos lleva directamente a plantear situaciones de estafa. No conviene minusvalorar las fórmulas de trabajo de las entidades bancarias que imponen sistemas por objetivos a las sucursales, lo cual es un factor de presión hacia los profesionales bancarios.
Sea como fuere, cientos o incluso miles de nuestros paisanos han "caido" atrapados en esta diabólica red. Para ello ha sido imprescidible la complicidad del sistema, la confianza personal, la propia necesidad de buscar rentabilizar mínimamente los ahorros buscando curiosamente en muchos casos una seguridad y una liquidez que se garantizaba, cuando precisamente eran las patas débiles del producto.
Más de 700.000 ahorradores (algunos extranjeros), 35.000 millones de euros, las cifras son aterradoras y la posibilidad de que se declare la nulidad de muchos de estos contratos planea sobre el sistema como espada de Damocles. La huída hacia adelante de Rato priorizando ensanchar la entidad antes que dotarla de sólidas patas se vio en la necesidad de estas "salidas imaginativas" de recapitalización. Para ello se acudió, sin ningún escrúpulo, a la venta de productos de altísimo riesgo a los clientes de siempre, a aquellos que durante décadas se habían mantenido fieles con, en su día, Bancaja, gente que depositó no sólo su dinero, sino su confianza personal en la gente de la entidad con la que la relación era mucho mayor que la que se establece entre un cliente y un empleado cualquiera, traspasando varias líneas rojas como la de implicar en muchos casos a propios familiares y a clientes de gran edad y con poca formación. Clientes que habían visto reducido en los últimos años los rendimientos de sus cuentas de ahorro fagocitados por gastos y comisiones y a los que se les vendió el producto como la solución a la pérdida de rentabilidad sin perder liquidez.
Es necesario movilizar e informar a los afectados, que sean capaz de ir de manera conjunta para garantizar al máximo la defensa jurídica de sus derechos y puedan o bien recuperar el máximo de sus aportaciones o el procesamiento de los directores financieros de la entidad, o bien ambas cosas, algo que nos dignificaría como sociedad.
Jesús Monleón Peiró
Coordinador EUPV-Alto Palancia